Semillas de alfalfa

Graines de Luzerne

La mayoría de los germinados son nutritivos, ricos en fibra, muy fáciles de digerir y con un escaso aporte calórico. Entre los diferentes brotes, los de la alfalfa son los mejores. Las semillas de alfalfa pueden utilizarse como una legumbre, con las mismas técnicas de cocinado, pero si se toman crudas mantienen intacto todas sus propiedades.

Clima  y terreno

La semilla de la alfalfa germina a temperaturas de 2-3 grados, con germinación más rápida cuanto mayor sea la temperatura, con resultados muy buenos en torno a los 28 grados. En el invierno su crecimiento se detiene, volviendo a crecer a partir de la primavera.

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La salinidad del terreno es un aspecto muy importante a considerar, porque la alfalfa tiene mucha sensibilidad. El suelo ideal es el que tiene una profundidad adecuada (más de 60 cm.) y está bien drenado.

 

Cultivo

Los pasos previos exigen la preparación del terreno, removiendo las capas más profundas para mejorar las condiciones del drenaje. La alfalfa va a desarrollar raíces muy profundas. Si se considera preciso, dos meses antes del sembrado puede mezclarse la tierra con un abonado de fondo. El calcio es un nutriente esencial para el desarrollo de la alfalfa, además del nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, boro, abonos orgánicos, etc.

La siembra puede ser realizada con sembradoras específicas y también a voleo. Lo ideal es hacerlo en otoño si son regiones cálidas, con poco riesgo de heladas, para una alta productividad cuando llegue la primavera. En zonas frías o en cultivos de regadío la siembra primaveral es la más efectiva.
El riego estará en función de la capacidad que tenga el terreno para retener agua, el sistema de riego que se utilice, la profundidad de las raíces, etc. Las necesidades de humedad de la alfalfa varían a lo largo de su ciclo vital.

Las malas hierbas constituyen un verdadero obstáculo para la producción eficiente de alfalfa, pues la debilita y retrasa su desarrollo.

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Entre las variedades más conocidas, están las tempranas como la Peruana, Peluda, Moapa y Flamenca, las de cultivo medio como Caliverde, Provenza y Poitou, y las tardías como la Ranger, Turingia, Rizoma, Franconia, etc.

 

Aportes y beneficios

Entre los nutrientes aportador por la alfalfa está la clorofila, un eficaz desintoxicante, el calcio (se dice que el aporte en calcio de la alfalfa es tres veces superior al de la leche de vaca), las saponinas, que disminuyen el colesterol, su aporte de proteínas y, sobre todo, su riqueza en vitaminas.

Los beneficios de la alfalfa son muy variados: es un excelente protector de los trastornos en mucosas o en la piel, potencia nuestro sistema inmunológico, aumenta la capacidad de visión, incluso de noche, genera un buen humor, facilita un buen funcionamiento del sistema nervioso, contribuye a solucionar el estreñimiento y facilita la digestión para aquellas personas que tienen dificultades de secreción gástrica, son propensas a las flatulencias y digestiones lentas.

En el caso de los niños, tomar alfalfa ayuda en la formación de los huesos y los dientes, asegurando el correcto crecimiento de los más pequeños.

Gracias a su aporte en vitamina K, la alfalfa está recomendada en los casos de úlceras sangrantes y para cualquier hemorragia, infecciones, reumas y arterioesclerosis, anemia, etc.

Otro importante beneficio de tomar semillas de alfalfa son sus efectos sobre los niveles de azúcar en la sangre, gracias a su alto contenido en manganeso. Está muy recomendada para los pacientes diabéticos. También se ha demostrado beneficios en el caso de cáncer de colon.

 

Otros usos de la alfalfa

El uso moderno de la alfalfa va mucho más allá de la alimentación. También puede utilizarse como fertilizante en la jardinería, gracias a su aporte en nitrógeno.

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