Cultivo de soja: los secretos de la semilla sagrada

el cultivo de soja es una de las semillas sagradas

La soja es considerada en la cultura china –donde se atribuye su origen hace más de tres mil años- como una de las cinco semillas sagradas.

El grupo lo completan el arroz, trigo, cebada y mijo. Su noble distinción se explica principalmente por sus grandes propiedades nutricionales y medicinales, capacidad de producción en climas hostiles, resistencia a enfermedades y plagas, y la rentabilidad que dejan los cultivos de esta proteína vegetal.

Por si fuera poco, gracias a su versatilidad es posible encontrarla ya sea guisada como los garbanzos, en harina para preparar panecillos, en salsa, en aceite o como pienso animal en la ganadería, entre otras presentaciones.

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En los últimos 10 años la producción mundial de soja ha crecido un 30 por ciento y actualmente se sitúa en 312 millones de toneladas.

Estados Unidos, con 106 millones de toneladas, es el mayor productor, seguido por Brasil (96) y Argentina (61). España apenas produce poco más de 4 mil toneladas, según datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

La Unión Europea y China son los principales importadores de esta semilla.

 

El cultivo de soja, la buena alternativa para el agricultor

 

Además de los beneficios ya mencionados, esta leguminosa es una buena alternativa para el agricultor a la hora de pensar en rotación de cultivos, pues no requiere de abono o fertilización exigente, y por el contrario se favorece de las condiciones dejadas por los cultivos anteriores. A la vez, tras su cosecha, el suelo queda con concentraciones favorables de nitrógeno y materia orgánica, y con las malas hierbas controladas.

En primera cosecha, la soja puede reemplazar al maíz, la remolacha o la patata, entre otros, mientras que en segunda se puede sembrar detrás de los cereales. El trigo o la cebada dan buenos resultados también cuando le siguen al cultivo de soja.

Para garantizar cantidad y calidad, es necesario que la siembra se haga cuidando algunos detalles, como la época del año, la profundidad y la distancia entre las semillas. La plantación se hace durante el inicio de la primavera, es decir en abril.

Aunque es recomendable que la semilla quede poco profunda (entre 2 y 4 centímetros) para que nazca más rápido, este factor también está condicionado a características del suelo como textura,  y humedad.

Para lograr la distancia adecuada entre las semillas se pueden utilizar sembradoras como las de los cereales, por lo que no requiere de maquinaría especial.

 

La sequía, el gran riesgo para el cultivo de soja

 

Uno de los enemigos naturales de la soja es la sequía, así que es indispensable asegurar el riego de agua periódico, dependiendo de las condiciones particulares del terreno.

Se debe cuidar con mayor atención el correcto suministro del líquido durante las fases críticas del ciclo, como la de afloramiento.

Precisamente, la importancia del agua también se traslada a la hora de hacer la recolección, pues la soja se caracteriza por absorberla y cederla con facilidad.

En el momento de la cosecha el fruto debe tener entre el 12 por ciento y el 15 por ciento de humedad. Niveles inferiores a estos aumentarían el riesgo de daños en las semillas durante la cosecha  (ya sea manual o con cosechadora), mientras que de ser superiores sería necesario secar artificialmente, pero esta decisión depende siempre del destino final: almacenamiento, transporte o proceso industrial.

Cada vez la soja se vuelve más popular debido a sus beneficios, tanto de producción como de consumo. Poco a poco el mundo occidental va entendiendo por qué en la cultura china se le considera a esta semilla como un “regalo de los dioses”.

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