Los cultivos transgénicos en España

cultivos transgénicos

España es el país de la Unión Europea con más superficie de cultivos transgénicos, con datos superiores a otros Estados europeos, como es el caso de Rumanía, Portugal, Eslovaquia y la República Checa, que también comercializan productos cultivados con organismos previamente modificados en sus genes.

¿Qué es un producto transgénico?

Estos productos se originan a partir de organismos transgénicos, en los cuales se ha introducido un aporte manipulado de ADN, con uno o varios genes, combinados con una tecnología específica. Estos genes pueden proceder de una especie relacionada con los organismos transgénicos que se pretende alterar, o de otras especies u organismos. En teoría es una técnica de mejora, que posibilita la combinación de material genético entre organismos, sobre todo cuando no existe entre ellos compatibilidad para la reproducción.

En España la regulación de esta modificación genética se realiza en el Real Decreto 178/2004 de 30 de enero, posteriormente modificado por el Real Decreto 191/2013 de 15 de marzo.

En el año 1996 comenzó el consumo a nivel mundial de los productos transgénicos. La Organización Mundial de la Salud y la Fao se han manifestado en diferentes ocasiones, asegurando que no está probado el daño a la salud humana de los alimentos generados mediantes estas técnicas.

Beneficios y riesgos de los productos transgénicos

En principio, los productos transgénicos contendrían las mismas propiedades que los productos convencionales, incluso algunas propiedades podrían incluso estar mejoradas. Entre otras ventajas, este tipo de cultivos permite reducir el uso de insecticidas, lo que disminuye el riesgo de intoxicación entre agricultores y la contaminación del medio ambiente.

Entre los ejemplos, está el conocido caso de la papaya en Hawai, muy consumida en Estados Unidos. Gracias a las técnicas utilizadas para conseguir una mayor resistencia a los virus, se ha conseguido conservar este cultivo, que de otra forma se hubiera perdido.

En el caso del efecto de estos cultivos hacia el medio ambiente, la reducción de insecticidas y pesticidas que estos productos transgénicos posibilitan ha sido, en el periodo 1996 a 2011, de cerca de 0.5 billones de kilos de productos químicos de tratamientos de plagas.

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En lo referido a la salud humana, se han ido generando muchas opiniones al respecto. Sin embargo, es un hecho que los productos llamados biotecnológicos son los mejor regulados, de una forma más específica. Aunque se ha hablado de riesgos para la salud humana, lo cierto es que no hay ningún caso importante probado.

Diferentes colectivos sanitarios y ecologistas hablan de estos efectos, derivados del consumo de productos transgénicos en humanos: aparición de nuevas alergias, debido a las nuevas toxinas y alérgenos, aparición de algunos genes que ofrecerían gran resistencia a los antibióticos, es decir, bacterias que serían inmunes a la acción antibiótica, incluso se ha hablado de la reducción de la fertilidad con el consumo de estos productos.

Ventajas y desventajas

Como vemos, hay una gran diversidad de opiniones, a favor y en contra de los cultivos transgénicos.

Entre sus ventajas, está la resistencia a plagas, enfermedades y el ahorro en productos pesticidas. Las plantaciones son más fuertes y su cultivo es más fácil, así como su conservación y recolección. Además, con esta transformación genética se puede incorporar a los alimentos así obtenidos cualidades y elementos nutritivos nuevos, o potenciar aquellos que el alimento ya posee.

En recientes congresos internacionales se ha expuesto la necesidad de ir desarrollando nuevas tecnologías para que el sector agrícola gane en sostenibilidad, en los próximos años. Otras teorías de estos foros internacionales aseguran que otro efecto de estos cultivos estará en la lucha contra la desnutrición, así como beneficios en el ámbito de la medicina, eliminando, por ejemplo, las larvas de algunos mosquitos, transmisores de virus.

Las desventajas o los argumentos que se exponen desde algunos sectores en contra del uso de productos transgénicos inciden en que la incorporación de genes modificados puede ocasionar nuevos agentes que a su vez produzcan alergias e intolerancias alimentarias. Las bacterias que surgirían, de estas modificaciones genéticas, serían resistentes a los antibióticos que conocemos.

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