Tratamientos fitosanitarios de la vid

Tratamientos fitosanitarios de la vid

 

El cultivo de la vid es uno de los más difíciles para el aporte de tratamientos de buena calidad, sobre todo en el momento de proteger los racimos correctamente, tanto por su parte exterior, como interior.

 

La importancia de la maquinaria

Para la aplicación de los tratamientos fitosanitarios, el estado de la maquinaria de aplicación es muy importante, tanto en las boquillas, la velocidad de aplicación, la presión para trabajar, etc. Se trata de conseguir un tamaño de gota adecuado, así como una aplicación del producto uniforme.

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Localización de la plaga y primeros pasos


El profesional de la agricultura tiene que localizar entre todas sus parcelas aquellas que tienen especial sensibilidad ante diferentes parásitos. Una de las técnicas más utilizadas es la llamada “lucha integrada”, conjunto de técnicas para mejorar la sanidad general de los cultivos. Es preciso tener en cuenta que el uso de estos tratamientos fitosanitarios tiene que ser el imprescindible para conseguir unas cepas en perfecto estado.

 

Los plaguicidas que se pueden encontrar en los mercados son cada vez más selectivos, y minimizan el impacto sobre el medio ambiente. En el cultivo de la vid, el factor tiempo es muy importante, sobre todo para una mayor protección contra la plaga más dañina: la llamada “polilla del racimo”. En este sentido, hay tratamientos que únicamente son eficaces si se aplican cuando las larvas acaban de nacer o tienen pocos días. Si no es así, se pierde la eficacia del tratamiento.

 

Principales tratamientos

Los tratamientos fitosanitarios que se llevan a cabo más habitualmente son contra el mildíu y el oídio.

Para una información más ampliada consulta nuestro post sobre las principales plagas y enfermedades de la vid y su tratamiento.

 

  • Mildíu

 

Aunque es una enfermedad con efectos muy dañinos, no plantea problemas todos los años, aproximadamente uno o dos años cada diez.

Hay que aplicar un tratamiento cítrico que influye de una forma determinante en la rentabilidad y viabilidad de la explotación. A lo largo de la vida de las cepas, primero se aplican tratamientos llamados sistémicos, en el período inicial, para proteger el crecimiento. En una segunda fase se aplican tratamientos penetrantes, durante los meses de verano; y por último, con las uvas ya casi desarrolladas, se emplean tratamientos llamados “de contacto”.

En la viña suele utilizarse el criterio llamado “primera mancha de aceite”, es decir, la aplicación de los tratamientos a la primera muestra de agentes patógenos. Por meses, de mayo a finales de junio se aplican tratamientos sistémicos cada quince días; en julio se usan tratamientos penetrantes cada doce días y desde finales de agosto, con la uva ya desarrollada, se utilizan tratamientos de contacto, como es el caso del cobre.

 

  • Oidio


El oídio es más frecuente que el mildíu. Sus efectos se notan en los racimos, impidiendo su maduración, agrietándolos y atrayendo otro tipo de hongos. Su desarrollo viene favorecido por mucha humedad y unas temperaturas suaves.

Son tratamientos similares a los de mildiu, y se suelen asociar juntos. De esta forma, entre mayo y junio se aplica azufre y otros tratamientos sistémicos, sobre todo en el supuesto de que llueva. Con la floración suele utilizarse azufre en polvo, teniendo precauciones con la temperatura de aplicación; desde finales de junio suelen aplicarse tratamientos sistémicos preventivos.

 

  • Escoriosis

 

Para el tratamiento de la escoriosis, se aplican dos tratamientos durante la brotación.

 

  • Botritis

 

En julio y antes del llamado “cierre de racimo”, se aplica un tratamiento de gran importancia, y otro unos 22 días antes de la vendimia. En zonas cálidas suele sustituirse estos tratamientos por un insecticida contra la polilla.

 

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